Sobre las mentiras y los columpios de mi barrio

No recuerdo muy bien cuando empezó esta historia, pero en los tres años que llevo desahogándome en este trocito de la red solo he hablado de sanidad en dos ocasiones: una de ellas fue hace poco en la caja china, la otra hace unos meses coincidiendo con la muerte de un ser querido en dislexia existencial. Me parece curioso, que alguien que se dedique al tema, no le preste más atención. Qué cosas, ¿no?

Aun recuerdo perfectamente la sonrisa de F.P. de 82 años, la semana pasada, cuando en un análisis rutinario se le comentó que estaba perfectamente, como un toro, le dijimos.

Pues bien, no duró una semana.

Hablándolo después con su familia, nos dimos cuenta que F.P. durante esa semana había sido la persona más feliz del mundo. Somos unos maestros del mentir, lo hacemos constantemente, y parece que funciona, porque se curan. Tantos años estudiando anatomía y fisiología para esto. A veces me da la sensación de que todo esto es una gran mentira, y aquí el que se tiene que curar se cura solo. ¿Te puedes creer que solo damos pastillas de aire con falacias?

En mi barrio hay un refrán que dice que si te columpias, corres el riesgo de caerte del columpio. Si no vas a ser capaz de asumir las consecuencias, sencillamente no te columpias. Pues con esto lo mismo, si no vas a ser capaz de creerte la mentira que te vayamos a soltar, no te columpies con nosotros. Confianza ciega lo llaman.

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