Aunque no podemos adivinar del tiempo que será, sí que tenemos al menos el derecho de imaginar el que queremos que sea. Las Naciones Unidas han proclamado extensas listas de derechos humanos, pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír, y callar.
¿Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar? ¿Qué tal si deliramos, por un ratito? Vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible:
El aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos, ni de las pasiones humanas. La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor. El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia.
La gente trabajará para vivir en lugar de vivir para trabajar Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez que cometen quienes viven por tener o por ganar, en lugar de vivir, por vivir, nada más. Como canta el pájaro sin saber que canta. Como juega el niño sin saber que juega.
En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo. Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas. Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas. Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos. El mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra. La comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación serán derechos humanos. Nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión. Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle. Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrán niños ricos. La educación no será el derecho de quienes puedan pagarla. La justicia y la libertad, hermanas siamesas, ¿condenadas a vivir separadas? Volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda con espalda. En Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.
La perfección… la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses. Pero en este mundo, en este mundo cabrón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última, y cada día como si fuera el primero.
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