El 20 de Enero de 2010, un chico llamado Javi llevó a la práctica los clásicos propósitos de Año Nuevo y decidió apuntarse a kárate en su barrio tras dos años sin practicarlo. A mitad de clase, su compañero midió mal y le pegó un golpe en las costillas de esas que acaban por doler a rabiar. Javi se acercó a la enfermería del “poli” para ver si le ponían algo: el típico spray, tal vez una pomada, pero ese día Carolina, la enfermera encargada del centro, no estaba allí. Se había tomado el día libre y nadie la sustituía. Afortunadamente, el 25 de noviembre, once meses después, Carolina sí trabajaba y, estando en su puesto, salvó la vida a un jugador de fútbol que sufrió un paro cardiaco y al que reanimó con un desfibrilador. Pero si el día de la patada, hubiera sido el del fútbol, todo hubiera sido diferente.
El hecho conduce a numerosas reflexiones. Por ejemplo, que el esfuerzo hecho por la enfermería española salva vidas de verdad. […] La segunda reflexión es sobre la coordinación de los medios sanitarios en situaciones de emergencia. Cuando el jugador de fútbol sufrió el paro cardiaco, además del quite de Carolina, las ambulancias llegaron pronto y el paciente fue trasladado pronto. Como se salvó, los titulares fueron menores. Efectivamente, tenemos un modelo sanitario caro, pero tremendamente eficaz. Y tras la eficacia, nuestra sanidad es eficiente porque sus profesionales sanitarios no son reconocidos económicamente como merecen. Aún así, dan la talla en los momentos difíciles.
Detrás de los ojos brillantes de Carolina late el deseo joven de mejorar y saber más. De seguir formándose y llegar más lejos. Tal vez a un gran hospital donde su nómina sea más ancha, pero también donde sus sacrificios se ensanchen. Carolina no tembló para hacer bien lo que debía aquella tarde. Pero pudo hacerlo mal porque podía haber llegado de una suplencia “empalmando” directamente desde su guardia, o porque sencillamente podía no estar atinada ese día. En ese caso, nadie se lo hubiera perdonado y los fiscales mediáticos se hubieran lanzado a juzgarla. Pero así es la sanidad, un sector que agradece el alma de jornaleros cuya entrega trae recompensas morales. […] Nada más.
E.F. p. 22. 2011.
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