Pisas el embrague, cambias de marcha y, a por la siguiente.
Ya voy por la número veintitrés. Dudo que os sirva, pero por si a alguien le ayuda, ahí van mis briconsejos de veintitresañero recién estrenados:
Mirad bien, las cosas buenas suelen ser demasiado pequeñas. Que no os asuste el fracaso, eso os hará más fuertes. Qué demonios, jugaos la vida (¡los cadáveres rezan para no volver!). Malditas mujeres, me mordisteis el corazón, y todavía llevo veneno… y ahora vivo sin control… benditas las drogas y las canciones de blues-rock. Lo mejor es chocarse de morros contra el muro de la estupidez. Todo, TODO es de cartón, todo es de mentiras. Que no se os claven en la piel jamás las agujas de las manillas del reloj, el tiempo nunca se acabará. Lo mejor es ser un poco calavera y marcar el ritmo con vuestro vaso. Al final, todo da igual. Aunque se os caiga el cielo encima, todo da igual. Pensar da agujetas, no lo hagáis. Miradme a mi, tanto pensar y en esto me he convertido, en un loco dando voces.
El mundo es de papel, y con papel se compra. No queráis escaparates, comeos la vida entera.
Hoy manoseaba entre mis dedos una jornada de desatinada e irracional reflexión…
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