Oh, Partisano. ¡No pasarán!

Esta mañana me he levantado y he descubierto al opresor. Oh guerrillero, me voy contigo, y si yo caigo en la guerrilla coge mi mano y mi fusil. Cava una fosa en la montaña a la sombra de una flor, así la gente cuando la vea gritará “¡Revolución!”

Esta es la historia de un guerrillero que consiguió la libertad.


“Resistencia” es el antídoto perfecto para la tristeza post-vacacional. Es excitante, bien interpretada, conmovedora y genuina.


Encomiable película, vaya por delante. Pasaré de puntillas sobre un supuesto debate respecto a una moda sionista en el cine actual, entre la que se encontraría, por ejemplo, "El niño con el pijama de rayas", más punzante ahora, si cabe, dada la devastación que sufre actualmente Palestina.

A estos efectos sólo me interesa el debate cinematográfico, y debo decir que el ya tan tratado holocausto judío por los nazis no me parece un tema agotado; lo que se hizo fue tan inhumano, tan devastador, tan cruel, que bien merece alguna película de vez en cuando, máxime cuando ésta aporta algo nuevo, y lo que se cuenta en "Resistencia" es tan sorprendente, tan ignorado, tan meritorio, que no podemos dejar de admirar: la historia de unos judíos convertidos en supervivientes en los bosques de Bielorrusia, resistiendo durante años, en gran número, ante el poderoso ejercito alemán; recordemos que el 75% de las divisiones alemanas estaban destinadas al este de Alemania.

El film sigue la costumbre actual de hacer películas de duración en exceso generosa, pero a pesar de ello no te aburres en ningún momento. Edward Zwick, como en ocasiones anteriores, sabe combinar las acciones bélicas, la lucha de poder en el grupo, el amor en los tiempos del cólera, a ese héroe a la fuerza, casi a su pesar, a veces superado, salido de la nada.


Decía el filósofo: "la guerra es la medida del hombre", pues bien, sepamos que, hace unas cuantas décadas, hubo hombres que dieron la talla, cuando todo se desmoronaba a su alrededor.

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