Divagar, que no hacer el vago
Cada vez que tenemos un proyecto nos cuesta un auténtico parto que se consolide como tal y, a veces, dudo si el motivo es que queremos hacer muchas cosas, o si es que como no se hace nada en su tiempo previsto, luego se acumulan y parecen una lista interminable.
Acabamos de celebrar la aprobación de un nuevo proyecto o idea, eso sí, después de tres años de peleas constantes con nuestro intelecto y, claro, pues la idea está pasada de moda, y no creo que fuera nuestra culpa directa, es solo la fecha de publicación. Esperemos que no se haya bichado antes de nacer.
Párese a pensar un momento y verá su dimensión.
Sin complejos, vamos.
Me gusta la sensación de conseguir cosas, es como sentirse poderoso por el bien general, por poder devolverle a esta tierra peseta a peseta todo lo que te ha dado en vida. Así, cuando consigamos hacer algo, cerremos el anillo plenamente, ser vago no sólo va a ser un lujo sino que, como decíamos algunos, será elevado a la máxima potencia.
Tal vez divaguemos. Tal vez algunos no veamos el fin de esta idea soñada, pero estos detalles, estas sensaciones de conseguir lo necesitado y deseado es como una paz, una revitalización del espíritu que nos hace olvidar, por un momento, que estamos rodeados de mierda y mala leche.
Por un momento aleteaba y jugaba con el viento enredando pensamientos y sueños, pero me desperté pisando una porquería.
Fue bonito mientras duró
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